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6. HABLA, PUEBLO. Páginas [1] [2] [3] |
Habla, pueblo (1)Un gesto hoy tan familiar como depositar una papeleta en una urna nos ha estado vetado a los españoles durante mucho tiempo. El derecho a elegir libremente a nuestros representantes supone la práctica democrática más esencial de cuantas puede ejercer un ciudadano. Sin embargo, desde que nació el sistema parlamentario en nuestro país, hace ya dos siglos, esta práctica ha estado vetada para la mayoría de los españoles o, simplemente, no ha existido.
Ese gesto, hoy aparentemente tan insignificante, es la base de nuestro sistema democrático, una vieja aspiración de muchos demócratas por cuya consecución han luchado y hasta perecido muchos españoles en los últimos doscientos años. Hasta las Cortes de Cádiz, en 1812, los españoles eran súbditos del monarca, pero aquella primera Constitución habla ya de ciudadanos con derechos y deberes y con capacidad para elegir a sus representantes. El rey ya no recibe el poder directamente de Dios, sino del Pueblo. La Constitución de Cádiz consagra un sufragio indirecto en el que los ciudadanos elegían a sus representantes en diferentes grados de elección hasta llegar a las juntas que designaban a los diputados.
Desde 1836 hasta la Revolución de 1868, el sufragio fue habitualmente censitario, es decir, sólo tenían derecho al voto quienes acreditaran ingresar a Hacienda una determinada cantidad de dinero. Al comienzo de esa etapa se llega a los máximos resortes restrictivos en materia de voto que ha habido en España. Solamente el 0,6 % de la población tenía derecho a voto, es decir, seis españoles de cada 1.000. El porcentaje sufrió pequeñas alteraciones durante esas décadas, pero al final del período el cuerpo electoral seguía siendo extraordinariamente reducido. Tan sólo uno de cada cien españoles -aquellos españoles que pagasen al estado por encima de 400 reales- podían votar.
41 años separan esta instantánea de la anterior. En 1977 se celebran las primeras elecciones de la democracia. Numeras personas se cercionan de su inclusión en el censo en Murcia. Foto: La Verdad.
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