Murcia, tierra de escritores

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Los escritores
en la Historia
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La aventura vital y su consideración como nuestro primer «poeta regional» hacen de Vicente Medina uno de los personajes más interesantes de nuestra historia. Nacido en Archena en 1866 y muerto en la Argentina en 1937, Medina se convirtió, primero desde Cartagena y luego desde América, en un extraordinario poeta regional que unía, a la magnífica capacidad para entender todo lo murciano y expresarlo, una fina sensibilidad que, en más de una ocasión, se tornó en sentimentalismo exacerbado. La otra gran figura de principio de siglo es Ricardo Gil (Madrid, 1853-1907), poeta de ascendencia murciana y residente en Murcia durante parte de su vida, desde su infancia, primeros estudios y numerosas estancias que alternaba con etapas madrileñas más o menos duraderas. Las innovaciones literarias de las primeras décadas del siglo rienen, entre los murcianos, como máximo representante al escritor bohemio y pintoresco Eliodoro Puche (Lorca, 1885-1964), fiel espécimen de la literatura posmodernista española. Poeta y traductor y periodista, habitante juvenil de la bohemia madrileña, estudió Derecho en Valencia y muy joven marchó a Madrid, en donde participó plenamente en los movimientos posmodernistas y de vanguardia, y publicó poemas y traducciones de escritores franceses en las revistas más prestigiosas del momento.

Entre los años 1920 y 1936 se desarrolla en Murcia una actividad literaria que ha sido considerada excepcional, debido a la importancia de los escritores que la protagonizaron y a la repercusión de sus empresas literarias, cuyo factor más destacado consiste en la conexión de este grupo de escritores con aquellos que en el resto de España estaban creando lo que se denominó la «joven literatura». Tres aspectos se destacan en todo este movimiento literario: la relación con Juan Ramón Jiménez y con el grupo de jóvenes de la generación del 27 que, en torno a él, estaban protagonizando una literatura renovadora; la publicación en Murcia de una serie de revistas literarias en la que colaborarán junto a los escritores murcianos las voces más representativas de la literatura nacional de este período; y, por último, la existencia en Murcia de un grupo emprendedor y cohesionado de jóvenes interesados en tales innovaciones estéticas.

Figura clave en este movimiento es el escritor murciano Juan Guerrero Ruiz, cuya amistad con Juan Ramón Jiménez, con el que colaboró a lo largo de toda su vida, le permitió conocer a todos los escritores del grupo, quienes le dispensaron toda clase de elogios como organizador y como aglutinador de amigos. A Guerrero se debe la idea de crear una página literaria en el diario La Verdad, que luego se convertiría en el Suplemento Literario y finalmente se transformaría en Verso y Prosa, revista que alcanzaría una calidad excepcional. La presencia en Murcia, como catedrático de Literatura Española de la Universidad del poeta de este grupo, Jorge Guillén, entre 1926 y 1929, determinaría una mayor relación entre los escritores de Murcia y los del resto de España.

En Murcia, y en las revistas antes citadas, debido a la gestión de Guerrero y de Guillén, publicarían textos primigenios Pedro Salinas, el propio Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Dámaso Alonso, Luis Cernuda, Rafael Alberti, Gerardo Diego, Rafael Alberti, Emilio Prados, Manuel Altolaguirre, entre los poetas; José Bergamín, Max Aub, Benjamín Jarnés, Juan Chabás, entre los prosistas; José María de Cossío, Melchor Fernández Almagro y Guillermo de Torre, entre los críticos; junto a ilustraciones de pintores como Picasso, Dalí, Vázquez Díaz, etc.

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