Los escritores
en la Historia
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El grupo murciano, que extendería, con la revista Sudeste, sus actividades hasta 1936 estuvo compuesto, entre otros, por los escritores Juan Guerrero, José Ballester, Antonio Oliver, Raimundo de los Reyes, Antonio Para-Vico, Andrés Cegarra, Andrés Sobejano, Miguel Valdivieso, y los pintores, entre otros, Juan Bonafé, Luis Garay, Ramón Gaya, Pedro Flores, etc. La joven escritora Carmen Conde, esposa de Oliver, inicia ahora sus publicaciones, participa en estas empresas periodísticas y comienza una de las obras más sólidas que se desarrollarían en la poesía (y también en la novela, en el teatro, en los libros de memorias) durante toda la posguerra, hasta llegar a la década de los ochenta.
La literatura de posguerra en Murcia inicia su desarrollo con un lento despertar. Los mejores escritores habían desaparecido o habían marchado a Madrid, y la posibilidad de publicar era muy escasa. Por eso, los primeros intentos de crear una literatura nueva han merecido el aplauso de los historiadores. Tal es lo que sucede con la primera empresa colectiva importante de estos años, reunida en torno a una efímera, pero muy valiosa, publicación, la revista Azarbe, que verá continuados sus esfuerzos en la publicación universitaria Monteagudo.
La primera de ellas, Azarbe aparece como revista poética y literaria y se publica en Murcia entre 1946 y 1948. Constituyó la más significativa empresa literaria de los años cuarenta en Murcia. Fue creada por Salvador Jiménez, Juan García Abellán, Jaime Campmany y José Manuel Díez y en sus números se publicaron Adolescencia del gozo de Juan García Abellán, En la costa del sol de Dictinio de Cas-tillo-Elejabeytia, Poesía de Diego Torres, Lo fugitivo permanece de Jaime Campmany, Alabanza de ti de Salvador Jiménez e Imagen y verso de Francisco Cano Pato. Todos ellos, que en este momento comenzaban su obra literaria, alcanzaron posteriormente reconocida fama como escritores, surgida inmediatamente con la obtención del premio «Polo de Medina», que recayó sucesivamente en aquellos años en casi todos los poetas nombrados. Se reunieron también colectivos y se destaca la presencia en sus páginas del dramaturgo Fernando Martín Iniesta, que por aquellos años publicó algunos libros de poesía (Alborada, Hombre del pueblo, El creador de Dioses); del novelista José Luis Castillo-Puche, con el nombre aún desconocido de José Luis Castillo; y Francisco Alemán Sainz, que, con el seudónimo de A. F. Sainz, publica su obra dramática Un hombre llega de lejos. El aliento de Azarbe fue recogido por la que sería la única revista literaria murciana a partir de 1953, Monteagudo, que, dirigida por Mariano Baquero Goyanes y patrocinada por la Universidad de Murcia, publicó textos de casi todos los escritores de Azarbe.
Todos los escritores citados desarrollaron en las décadas siguientes importantes obras literarias. Pero, entre ellos, fue especialmente destacable la labor llevada a cabo por dos excelentes narradores: Francisco Alemán Sainz y José Luis Castillo-Puche. El primero de ellos, especializado en el género cuento, permaneció en la región hasta su muerte a principios de los ochenta, mientras que Castillo-Puche desarrollaría su obra en Madrid, con un gran éxito editorial.
No es momento ahora de mostrar cómo es la literatura murciana contemporánea o actual o el de
señalar y citar los nombres más representativos de los últimos años: Miguel Espinosa, Antonio Prieto, Antonio Segado, Pedro García Montalvo, en novela, Fernando Martín Iniesta en teatro, Julián Andúgar, Francisco Sánchez Bautista, José María Alvarez, Eloy Sánchez Rosillo en poesía; ensayistas y costumbristas, especialistas en narrativa breve, autores de muy diverso cariz y contextura literaria forman lo que hoy podemos considerar representación de nuestra tierra en la literatura española, escrita en español, la lengua común, que no es otra cosa eso que venimos denominando «literatura murciana». Quizá, el último en llegar, es el que más éxito ha tenido, indiscutible sin duda: él representa el presente, y representa también la imaginación y la capacidad de entusiasmar a lectores y lectores, hasta cientos de miles: Arturo Pérez-Reverte, cartagenero de 1951 es, sin duda, la figura más representativa de la modernidad de esta «Murcia, tierra de escritores».

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