El complejo sistema
de acequias y azarbes de la huerta
de Murcia semeja al aparato circulatorio
del cuerpo humano: dos grandes acequias
toman el agua directamente del río,
repartiéndolas en cauces
progresivamente menores –hijuelas,
brazales, regaderas–, hasta
llegar a cada uno de los bancales
de la huerta. A partir de ahí,
las aguas sobrantes se recogen en
cauces que se van haciendo progresivamente
más grandes –escorredores,
azarbetas, azarbes y azarbes mayores–
hasta desembocar de nuevo en el
río.
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