Parlamentarios por Murcia: Dos siglos al servicio de una Región

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El Banco Azul

Nacidos en la región (1)

De humildes puestos de concejal en el ayunta-miento de sus respectivas ciudades hasta el desempeño de una cartera ministerial, la carrera en la vida pública de quienes aspiraban a ser políticos profesionales ha pasado tradicionalmente por una serie de pasos intermedios.

El cursus honorum de nuestros políticos solía comenzar con alguna concejalía, para proseguir como diputado provincial. El siguiente paso era el de diputado a Cortes y, más tarde -aunque esto estaba ya sólo al alcance de unos privilegiados-, un gobierno civil y, por fin, un ministerio.

Tras las primeras Cortes en Cádiz, tendrían que pasar 40 años para que los ministros pudiesen tomar asiento en el banco de terciopelo azul reservado para el gobierno, un lugar que daría nombre definitivo al espacio habilitado en el Parlamento para estos miembros. Los más o menos confortables sillones en los que poder afrontar las largas sesiones de debate aún tardarían en llegar, durante mucho años hubieron de conformarse con una bancada corrida para todos los miembros del gobierno.

Durante los dos siglos de parlamentarismo en España han salido de Murcia un total de 44 ministros elegidos en nuestra región en las sucesivas legislaturas a Cortes celebradas desde 1810. El número resulta, no obstante, un tanto engañoso, ya que tan sólo 14 nacieron o fallecieron en la provincia, mientras que el resto eran candidatos cuneros (hoy llamados paracaidistas) exportados por otras -fundamentalmente Madrid y Cádiz, que recalaban en la nuestra de modo transitorio y excepcional para hacerse con un escaño.

Diego Clemencín Viñas

Murcia 1765-Madrid 1834
Diputado por Murcia de octubre 1813 a mayo de 1814 y de julio 1820 a febrero 1822.
Presidente del Congreso de 29 de noviembre a 28 de diciembre de 1821.
Ministro de Gobernación del Reino para Ultramar de 13-03-1822 a 5-08-1822.

Una de las personalidades murcianas más interesantes de todo el siglo XIX es Diego Clemencín.

Tras estudiar en el seminario murciano de San Fulgencio, del que llegó a ser profesor muy joven, marchó a Madrid como preceptor de un noble.

Allí tomó contacto con los círculos literarios, y muy pronto fue nombrado académico de la Historia y de la Lengua. A partir de entonces, desarrolla una vasta obra sobre distintos temas históricos y geográficos.

Pronto adquirió Clemencín una singular relevancia en la Corte, desempeñando diversos cargos públicos en los períodos liberales del primer tercio del siglo XIX: fue diputado en las Cortes de Cádiz, presidente de las Cortes en 1821 y ministro de Gobernación del Reino para Ultramar en 1822.

Sus posturas liberales le granjearon la enemistad del absolutista Fernando VII, que lo desterraría de Madrid entre 1823 y 1827, instalándose en Murcia, donde se dedicaría por completo a escribir estudios históricos y literarios.

Nombrado bibliotecario de la reina gobernadora en 1833, falleció víctima del cólera al año siguiente.

Su obra más importante es sin duda su edición comentada de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (1833-1839), un trabajo pionero en los estudios cervantinos en el que, por primera vez, son reunidos, de forma sistemática, abundantes datos históricos y literarios que suponen una información sin precedentes para los estudiosos de la obra de Cervantes. Esta obra no sería superada hasta la publicación en 1856 del “Cervandes vindicado” (Londres-Madrid 1856) por el exfranciscano emigrado en Inglaterra don Juan Calderón (antiguo profeso del convento lorquino de Ntra. Sra. de las Huertas), obra dada a conocer recientemente por la murciana Mar Vilar, autora a su vez de un interesante estudio comparativo de la misma con la de Clemencín.

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