Si hubiese que buscar un rasgo geográfico característico para la región de Murcia, este podría ser el de la aridez. Murcia se encuentra enclavada en el sureste de la penínusula ibérica, precisamente la región europea donde la escasez de lluvias se presenta con mayor severidad.
Sin embargo, ha sido precisamente este rasgo adverso el que ha actuado como acicate para que nuestros paisanos intentaran, desde los confines de nuestra historia, superar esta dificultad con todo tipo de actuaciones tendentes a sacar el máximo partido de los raquíticos caudales disponibles. Durante siglos, milenios incluso, la divisa en esta tierra ha sido aprovechar hasta la última gota de las escasas precipitaciones e idear sistemas para atraer, preservar o extender todo los posible su vivificadora presencia.
De alguna forma, la historia de la región de Murcia es la historia del agua, la crónica de su relación con este elemento y sus constantes intentos de sobreponerse al déficit hídrico. Buena parte de su progreso se ha cimentado, durante siglos, en el correcto uso de los caudales disponibles y en su eficaz y justa distribución, un legado que nos llegó de nuestros antepasados y que los murcianos hemos sabido perpetuar durante generaciones.
Que el agua es fuente de vida es algo que está plasmado en el código genético de los murcianos desde tiempos ancestrales. La necesidad aguza el ingenio y, posiblemente, ha sido su escasez la que ha impulsado a nuestros antepasados a aprovechar el agua de lluvia circulante por las ramblas por medio de boqueras; a construir azudes en los cauces fluviales para reconducir y aprovechar sus aguas; a establecer laberínticos sistemas de acequias para
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La Alhatara, una simple pértiga con una vasija en el extremo, fue uno de los primeros procedimientos empleados en la región para elevar agua. |
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guiarla a los cultivos; a implantar norias y aceñas para elevarla donde era necesario; a construir embalses para almacenarla y regularla; a realizar canalizaciones, acueductos y trasvases, a reutilizar las aguas residuales, desalar la marina, y hasta a buscarla debajo de las piedras –a través de pozos, sistemas de qanats y lumbreras, o de perforaciones– en distintos momentos de nuestra historia.
Los murcianos han construido obras para el agua desde tiempos inmemoriales: obras para contenerla, para conducirla, para pasar sobre ella, para robarle su fuerza cuando era peligrosa, para beberla, para alejarla, para contemplarla...
Los escasos cauces que han discurrido por la región han sido aprovechados hasta la saciedad, ordeñados de forma tan exhaustiva que muchos cronistas antiguos llegaron a comparar sus exangües cauces con los del Nilo por su aportación vital para la región.
No es casualidad que recientes estudios ajenos a nuestra comunidad –y que, por tanto, difícilmente pueden ser tachados de subjetivos o triunfalistas– confieran a un metro cúbico en nuestra región una rentabilidad para la agricultura que duplica con creces la media nacional. Pero esto ya lo decían estudios mucho más lejanos en el tiempo y numerosos testigos a través de la historia.
En 1933, Lorenzo Pardo, en su inteligente y ambicioso Plan de Obras Hidráulicas, se refería así a esta región y al resto del sureste: “conservan los usos más antiguos, las tradiciones más vivas, las instituciones de riego más firmes, las prácticas más sabias, la mayor y más generalizada experiencia”.
El agua está de algún modo en la raíz de la región de Murcia y en la relación de sus habitantes con la naturaleza. Su carencia –a través de dilatados períodos de sequía o su exceso con numerosos episodios de destructoras avenidas–, son rasgos que han marcado buena parte de la relación de los habitantes de esta tierra con la naturaleza, de su vida y hasta de su forma de ser. También en materia de riadas han sido nuestros paisanos adalides. |
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Qanat en construcción. Su extensión por debajo de tierra hacía necesario la construcción de oquedades (lumbreras) que, a modo de chimeneas, actuaban de respiraderos. Servían también para que los regantes accedieran a ellos para efectuar labores de limpieza. |
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Las abundantes aguas de las fuentes del Marqués fueron pretendidas durante siglos por las poblaciones con mayor déficit hídrico de la región. |
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Funda de esparto romana para cantimplora. Museo Arqueológico de Cartagena. |
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Fue en nuestra región donde nació el que está considerado primer plan integral de actuación contra las avenidas que se dio en el orden internacional.
Hoy, en la región de Murcia –como ayer, como siempre–, el agua y su escasez, se sitúan en el centro de la sociedad. La regulación para obtener el máximo aprovechamiento de este bien tan preciado y escaso continúa tan vigente como lo estuvo siempre. En la región se adoptan con prontitud nuevas técnicas que permiten el ahorro, reciclaje y reutilización del agua, e incluso se implantan sistemas novedosos en esta materia. Se trata de seguir perfeccionando esa senda. La senda que un día iniciaron nuestros antepasados, ya en el Neolítico, y que han venido perfeccionando todas y cada una de las generaciones que les han sucedido desde entonces en estas tierras.
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