Si el agua no cae del cielo, habrá que buscarla bajo el suelo. Eso debieron pensar nuestros agricultores hace mucho tiempo, cuando decidieron abastecerse con el líquido elemento que circula bajo la superficie. Las aguas subterráneas constituyen un recurso explotado durante mucho tiempo en la región, pero en épocas de especial escasez se convierten en un auténtico –aunque sumergido– maná.
Estas aguas constituyen en la región de Murcia –y en general en las zonas de escasa pluviometría– un recurso de incalculable valor, sobre todo en épocas de sequía, pues suponen una reserva a la que se puede recurrir en caso de emergencia.
La última fue precisamente en el verano del 2005, que impulsó a la Confederación Hidrográfica del Segura a realizar 14 nuevos sondeos en los meandros del río Segura a su paso por la zona de Beniaján. Con ellos intentaba conseguir hasta cuatro Hm3 de agua al mes, procedente del acuífero de la Vega Media. Cada sondeo inyecta al río una cantidad de entre 100 y 120 litros por segundo. Se trataba de una medida provisional, pero la instalación ha quedado, en previsión de que se puedan producir futuras situaciones de emergencia.
El ciclo del agua
Todas las aguas subterráneas proceden del mismo origen, basado en el ciclo del agua en la naturaleza. El agua de la lluvia sigue tres caminos: una parte se evapora, volviendo a la atmósfera; otra parte llega a los ríos, siendo vertida finalmente al mar. En los cauces de los ríos se produce una filtración, el agua penetra en la tierra –generalmente a escasa profundidad, extendiéndose a lo largo de los valles por los que circulan los cauces fluviales. Se puede decir que por debajo de un río fluye otro, a veces incluso con mayor caudal que el de la superficie. Este agua ha sido captada tradicionalmente por medio de pozos, siendo elevada por norias y, más modernamente, por motobombas.
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Sondeo en el meandro del Segura de San Antón |
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El tercero de los caminos de este agua de lluvia es la propia tierra. El agua penetra en ella, atravesando poros y fisuras hasta llegar a una capa impermeable, formando los acuíferos y las corrientes subterráneas.
Un acuífero es una estructura geológica en la que penetra el agua por infiltración, almacenándose en ella. Cuando estos acuíferos han rellenado la zona en la que se encuentran, salen a la superficie por alguna grieta, formando así los manantiales. Otras veces son alumbradas por métodos artificiales, tales como los pozos, galerías, etc.
Historia del aprovechamiento hídrico del subsuelo en nuestra región
El aprovechamiento de las aguas subterráneas en la región de Murcia es muy antiguo. Desde los romanos se utilizaban ya sistemas de pozos horizontales y verticales –conocidos en la región como minas– para aprovechar las aguas subálveas. En Torralba (Lorca) se ha descubierto una galería romana de más de 130 metros de longitud.
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Evolución de los bomberos en acuiferos en la cuenca del Segura |
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Pozo de agua subterránea en el campo de Cartagena |
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también para hacer aflorar las aguas subterráneas situadas en niveles próximos a la superficie. En 1475 se habla ya de un “maestro de sacar agua” en la ciudad de Lorca, especializado en hacer aflorar a la superficie el agua subterránea.
La importante actividad minera en la región propició, en el primer tercio del siglo XIX, la difusión de máquinas perforadoras cada vez más potentes, con lo que se comenzó a captar aguas subterráneas en lugares paulatinamente más profundos. Pero en esta época aún no se le da la importancia que tendrían más tarde.
En el segundo tercio del siglo XIX surgen las primeras sociedades particulares y entidades oficiales dedicadas a la perforación de pozos para destinar sus aguas al regadío: Yecla, Cartagena, Lorca y Murcia son las primeras poblaciones que se benefician de ellas. Se trataba de un sistema de enorme trascendencia, ya que permitía llevar el regadío a zonas imposibles hasta entonces, independientemente de que tuviesen o no el río, las acequias u otros canales superficiales cerca. La dictadura que, en este sentido, habían representado el Segura y sus afluentes para convertir en regables ciertas zonas, empezaba a desaparecer.
En 1916 se calcula que una quinta parte de las tierras murcianas de regadío se nutrían de aguas subterráneas.
A comienzos del siglo XX los sistemas tradicionales van siendo sustituidos, cada vez en mayor medida, por motores eléctricos, lo que permite acceder a aguas no surgentes y buscar el líquido elemento a mayores profundidades. La progresiva bajada de niveles obligó a utilizar aparatos cada vez más avanzados –grupos motobomba– para aprovechar las aguas subterráneas. Su creciente utilización ha provocado que haya que profundizar cada vez más para conseguir captar estos recursos.
La demanda de productos agrícolas va incrementándose paulatinamente a partir de los años 50. Esto provoca en nuestra región una notable expansión de los regadíos abastecidos con aguas subterráneas. Los secanos del campo de Cartagena, Lorca, Mazarrón o Águilas experimentan un desarrollo espectacular a partir de estas fechas gracias al empleo de estas aguas.
La aparición de la electrobomba sumergible, que permite trabajar a gran profundidad, sumergida, sin apenas mantenimiento, y con grandes rendimientos, traspasa los límites conocidos hasta entonces, y propicia un desarrollo espectacular de los pozos. Es el inicio de una situación de sobreexplotación de nuestros acuíferos.
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