Fueron los egipcios quienes, hace 4000 años, iniciaron la construcción de los embalses. En época de los faraones, crearon, mediante diques, un lago artificial junto al Nilo que se llenaba con las aguas de éste en época de avenidas, siendo sus aguas repartidas por canales de riego en las épocas secas.
Los romanos, a semejanza de los egipcios, utilizaron también sus embalses para riego y prevención de avenidas. La experiencia les había enseñado que, en caso de lluvias torrenciales, las presas desempeñaban un crucial papel disminuyendo los efectos devastadores de los ríos. Los pantanos podían limitar caudales y velocidades, retrasando la incorporación de aguas y reduciendo así los peligrosos arrastres y erosiones momentáneas.
Son éstos dos destinos, defensa de avenidas y riego, los que desempeñaron, de manera primordial, los embalses de la cuenca del Segura.
Por su complejidad y efectividad, la huerta murciana, junto a la valenciana, constituían las zonas irrigadas más perfectas y avanzadas ya en la Edad Media. Esta razón, unida a la escasez de recursos hídricos, es la que impulsó a instalar las primeras presas españolas en el sureste español. A finales del siglo XVI entraron en funcionamiento las primeras presas modernas: la de Tibi en Alicante –cuya finalidad era mejorar el regadío de la zona–, la de Almansa y, ya en el siglo XVII, la de Elche.
En Murcia, las voces clamando por la necesidad de embalses para asegurar el riego y proteger de las avenidas, son numerosas desde fechas tempranas. El mismo cardenal Belluga propuso, a comienzos del siglo XVIII, construir un embalse en la localidad lorquina de Puentes para aumentar los regadíos del Segura y sostener las Pías Fundaciones auspiciadas por él. No prosperó el proyecto pero, a finales del siglo XVIII se produce el abandono de otra iniciativa que será determinante
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Presa d Valdeinfierno en los años 40 del siglo XX |
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Acueducto Tajo-Segura
Es la estructura hidráulica del trasvase, la encargada de enlazar los dos ríos entre los que discurre el agua.
Postrasvase
Se trata de las obras, situadas ya en la cuenca del Segura, encargadas de distribuir el agua entre sus destinatarios. Consta de canales principales, conducciones secundarias de distribución y acequias.
El trasvase Tajo-Segura y los regadíos
Las previsiones iniciales del trasvase Tajo-Segura se situaban en 600 Hm3 al año para una primera fase, con la intención de alcanzar con posterioridad los 1000 Hm3.
Sin embargo, tan sólo un año se logró la cifra óptima de la primera fase, y tan sólo los últimos ocho años sus cifras se han situado por encima de 450 Hm3, siendo el promedio de lo aportado por el trasvase en torno a 346 Hm3 anuales.
Se pretendía, según cálculos iniciales, beneficiar con sus aguas a un total de 270.000 hectáreas, de las que 100.000 pertenecían a regadíos deficitarios y 122.000 a secanos transformables en regadíos, y el resto se trataba de regadíos suficientemente dotados.
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En función de las aportaciones reales, las zonas beneficiadas realmente por el trasvase han sido sensiblemente inferiores, estimándose, por parte de la Confederación Hidrográfica del Segura en 126.500 Has., de las que 74.000 (58%) son regadíos ya existentes y 52.500 (42%) pertenecen nuevos regadíos.
Las zonas regables por el trasvase Tajo-Segura se hallan distribuidas en las siguientes provincias: Alicante (26 municipios), Almería (6) y Murcia (22).En cualquier caso, las aguas procedentes del trasvase Tajo-Segura han sido aprovechadas por los agricultores murcianos de manera exhaustiva, como no podía ser menos en un pueblo profundo conocedor de la tierra, que ha sabido pasar –asumiendo la sabiduría de otras culturas y civilizaciones– del riego tradicional, a un riego absolutamente moderno en el que cada gota es aprovechada. Las aguas del trasvase son distribuidas entre las comunidades de regantes con un cuidado y un respeto exquisitos: las compuertas automáticas y los contadores ultrasónicos han sustituido al viejo tablacho.
En Murcia se han implantado lo más modernos sistemas de producción: riego por goteo, hidropónico, invernaderos, riego automatizado a la demanda... sistemas, en fin, que permiten la racionalización y el ahorro, que han hecho de la nuestra una agricultura de calidad y competitiva, que constituye –como lo ha sido desde tiempo inmemorial– la actividad más importante de la zona.
Además de dotar o mejorar los regadíos, las obras del Trasvase han facilitado otras situaciones ventajosas. Entre ellas, la posibilidad, cuando hay lluvias generalizadas, de que se pueda recoger el agua sobrante en lugar de ir a parar al mar, llevándola al embalse de la Pedrera por sus canales para poder utilizarla posteriormente cuando el río Segura lo requiera.
También se utiliza su infraestructura, previo pago del correspondiente peaje, para hacer circular por ellas distintos recursos de la cuenca –procedentes del propio río Segura o de alguno de sus pozos.
Otros usos del trasvase
Si importante es lo que supone el trasvase Tajo-Segura para el regadío murciano, no lo es menos para el abastecimiento de los habitantes de la región. Los municipios abastecidos con aguas del río Taibilla han ido creciendo en número y en habitantes desde su creación, de una manera incesante. De un volumen inferior a los 11 Hm3 anuales, durante la primera década de funcionamiento de la Mancomunidad de Canales del Taibilla, se ha llegado a 216, una cifra que ni el Taibilla ni el Segura hubiesen sido capaces de afrontar, lo que hubiera originado problemas importantes de abastecimiento.
Para evitar esto, desde 1978 el trasvase Tajo-Segura destina a los canales del Taibilla el agua que necesita para este cometido. Una cantidad que en la última década se ha movido en torno a 120 Hm3 y que ha evitado que en la región se padezcan restricciones importantes en el abastecimiento de agua a los hogares (véase cuadro con la procedencia de los recursos para el abastecimiento en el capítulo dedicado al Taibilla).
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Canal del trasvase en la zona de Campos del Río |
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