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Cap.nº7: El riego

De los sistemas tradicionales a las técnicas de regadío del siglos XXI
Arriba:La Crónica General de Alfonso X el Sabio afirmaba que en Mula había abundancia de “vinnas et de huertos et de frutales de todas frutas”.
Abajo: Campos de arroz de Calasparra

Del Neolítico a los árabes

Desde el Neolítico, los primeros pobladores de la región ya organizaron sus cultivos para aprovechar la poca agua que caía en los alrededores. La escasa población y los primitivos conocimientos propiciarían que el riego no fuese todavía una de las preocupaciones fundamentales de estos antepasados nuestros.

En Murcia, como en todos los lugares en los que se asentaron los romanos, las primeras obras de cierta envergadura relacionadas con el riego estuvieron realizadas por ellos. Fueron los primeros que organizaron las tierras en la región para procurarles un riego intensivo, preparándolas para hacerlas especialmente productivas en cada fase del proceso agrícola. Antes que el orto árabe, fueron los horti romanos los que existieron en Murcia. Y antes que el hamman, o baño árabe, eran las termas romanas, tan habituales en Murcia en los primeros tiempos de nuestra era, las que permitían a nuestros antepasados disfrutar del placer de un baño.

Los árabes profundizaron aun más en la cultura del agua, aprovechando las infraestructuras romanas –circunstancia ésta que hace extremadamente complicado fechar algunas obras hidráulicas–, y extendiendo los perímetros regados en amplias vegas en torno al Segura.

El doble sistema de riego y avenamiento de las acequias, las leyes con que dirigieron todo el sistema, la adaptación al medio, y el partido que supieron extraerle, impulsaron a al medio, y el partido que supieron extraerle, impulsaron a afirmar a Díaz Cassou que “crearon la población del paisaje, como el paisaje mismo”. De ahí que cuando se produjo la Reconquista, los reyes cristianos se esforzaran en proseguir con las costumbres musulmanas.

El sistema de riego de Murcia tiene su origen en la Contraparada, un azud que frena las aguas del río aprovechando su paso por un estrechamiento de duras rocas. Este azud permite el sangrado del cauce por dos acequias mayores –Aljufía o del Norte, y Alquibla, llamada también del Mediodía o Barreras–, que a su vez se dividen en otras acequias menores y éstas en brazales y regaderas, llevando las aguas a los bancales diseminados a lo largo de la huerta. Este sistema es el que ha estado presente en la huerta tradicional murciana.

Fue la fertilidad de estas tierras, su climatología, y la existencia de agua, lo que posibilitó la existencia de nuestras huertas, que los árabes, expertos en la implantación de eficaces sistemas hidráulicos, llevaron a un esplendor desconocido.
Además de los cereales, los productos más extendidos en esta época fueron la vid, la higuera, el olivo, la morera, el naranjo y el granado, así como legumbres y hortalizas: acelgas, habas, garbanzos...

También en Lorca el origen de los riegos es claramente preárabe. Así lo indican –como en el caso de Murcia– los topónimos de las acequias más cercanas al centro. Pero también aquí son los árabes quienes llevan el terreno a sus máximas cotas de fertilidad. Los valles de Al-Fundun –próximo a la ciudad– y Sanqunayra –valle de Sangonera– son alabados por los cronistas árabes: “de su fertilidad no hay en la tierra ninguna que las iguale”.

Diversos cronistas árabes aluden a las cualidades, semejantes a las del Nilo, de estas tierras, que son regadas y fertilizadas con una crecida. Los árabes provocarían inundaciones en grandes extensiones de tierra lorquinas que, de otra manera, no hubiesen podido gozar de agua. Se obtenía, además, un estupendo abono: el tarquín o légamo de los ríos –como ocurría en Egipto–, tan beneficioso para las cosechas.
En la zona de Puentes, el agua se represaba mediante un azud y, cuando era necesaria, se conducía por medio de compuertas hasta el mismo valle. Las fuentes árabes hablan ya, desde fechas muy tempranas, de abundantes norias que permitirían llevar el agua a los terrenos más elevados.

A pesar de gozar de unos caudales muy inferiores a los de la Vega Media, Lorca posee en el final de la Edad Media y comienzos de la Moderna un complejo sistema hidráulico que permite llegar a una amplia zona. Será precisamente esta circunstancia –perímetro irrigable mucho más grande que los caudales disponibles– lo que provocará la separación entre la propiedad de la tierra y del agua, que acaba cediéndose al mejor postor en una subasta diaria.
 

 

 

Valle de Ricote, una de las zonas tradicionalmente más fértiles de la Región.

Esta enorme diferencia entre la enorme demanda y la escasez de agua –que alcanzará en las subastas precios prohibitivos– llevará a los afectados a buscar el líquido en otros ámbitos y por medios diferentes durante los siglos siguientes: proyectos de trasvases, construcción de embalses...

También Mula poseía “huertos exuberantes”, según expresión de un cronista árabe del siglo XIII. La Crónica General alfonsina alude a la abundancia de “vinnas et de huertos et de frutales de todas frutas...” en esta comarca. La herencia musulmana de bancales y huertos cuidados fue la que pasó a los conquistadores cristianos, que siguieron explotando, en principio junto a los musulmanes, las fértiles huertas muleñas27.

De la Reconquista al siglo XXI: una continua mejora
Si los árabes elevaron el riego en todos los territorios de la región a su máxima expresión, es lógico pensar que su expulsión supusiera un retroceso en este terreno. Y así fue. Durante los primeros tiempos tras la Reconquista convivieron árabes y cristianos, con lo que puede pensarse que el sistema hidráulico pervivió en ese primer período. Sin embargo, los árabes no tardaron en ser apartados de la propiedad de las tierras, lo que motivó su marcha. Esta circunstancia, unida a la inestabilidad política de la época, se tradujo en el abandono y la ruina de muchos de los territorios regados.

En Ojós, situado en el ubérrimo valle de Ricote, los escasos vecinos que quedaban a comienzos del siglo XVII se mostraban incapaces de mantener los cultivos de sus antepasados musulmanes:
muchos de ellos [los vecinos de Ojós] muchos días pasan sin comer género de pan, tan sólo naranjas y limones, con lo que cada día se va haciendo más inhabitable por la falta de mantenimientos, porque aunque es verdad que ay las mismas tierras con que los moriscos pasaban y se sustentaban bien, a enseñado la experiencia que aquella hacienda que bastaba para el sustento de diez y más vecinos moriscos, no es suficiente para un solo christiano viejo por la diferencia que ay así en el trato y gobierno como en la cultura y aprovechamiento de las tierras y fruto de ellas28”.

Durante los dos siglos posteriores a la Reconquista puede hablarse de una decadencia de la huerta en toda la región. Los repartimientos del territorio que realizó Alfonso X provocaron que las propiedades pasasen a menos manos de las que estaban antes los terrenos. Esto, unido al desconocimiento de las técnicas agrícolas por parte de los nuevos pobladores, provocó una regresión en la agricultura murciana.

nefastos en la historia del regadío regional: la desorganización era total, los padrones de regantes inexistentes, los propietarios de las acequias desconocidos... Sin embargo, el panorama empezó a cambiar paulatinamente. A partir de ahí, el regadío murciano emprende una recuperación y una mejoría que no frenará su avance hasta la época actual29.