La posibilidad de transformar en agua potable el agua salada ha sido un anhelo del ser humano desde tiempos inmemoriales. Ya desde la prehistoria, el hombre observaría que, en su ciclo natural, las grandes masas de agua, como los ríos, lagos y el propio mar se evaporaban con el sol, formando nubes. Sabía, asimismo, que las nubes eran las responsables de la lluvia, y que éstas no contenían sales ni impurezas.
Desde tiempos muy lejanos, el hombre intentó imitar a la naturaleza reemplazando la energía solar por el fuego y propiciando, por tanto, el nacimiento de un primer e incipiente sistema de destilación.
Esta utopía parece que empezó a tomar visos de realidad ya a mediados del siglo IV antes de Cristo, cuando Aristóteles fabricó el primer evaporador que se conoce.
En el siglo XVIII se dio una circunstancia que favoreció mucho el desarrollo de los evaporadores: el auge de la industria del azúcar, cuyo refinado necesitaba de evaporadores para abaratar el proceso.
A mitad del siglo XIX no era infrecuente el hecho de que determinados barcos llevasen instalados destiladores para intentar conseguir potabilizar agua marina.
Tras la II Guerra Mundial comienzan ya a instalarse las primeras plantas desaladoras. Países como Arabia Saudí o Kuwait, enormemente deficitarios en el terreno hídrico, pero cercanos al mar, son los que abanderan este proceso.
Paulatinamente, se van incorporando nuevas técnicas que abaratan y facilitan la desalación, pero será en los años 60 cuando se produzca el descubrimiento de una técnica que habría de revolucionar todo el proceso: la ósmosis inversa, un sistema que es en la actualidad, y con mucha diferencia, el que ostenta la primacía internacional, por su eficacia y alto rendimiento, en los procesos de desalación en el mundo.
Actualmente es Arabia Saudí, uno de los países pioneros en desalinización de agua del mar, el que lidera la producción en el mundo, calculándose que cuatro de cada cinco litros que se consumen en el país provienen de plantas desalinizadoras. Le siguen otras naciones de la zona, como Emiratos Árabes Unidos, Libia, Kuwait o Qatar. Otros países con una abundante producción de agua desalinizada son Estados Unidos y Japón. España se sitúa directamente detrás, habiendo registrado en los últimos años una notable progresión.
En España la desalación va unida, en un primer momento, a las Canarias. En 1964 se instala en Lanzarote la primera planta desalinizadora. Actualmente en esta isla y Fuerteventura, el agua desalada representa la práctica totalidad del agua consumida.
En los últimos cuarenta años, el coste del agua desalada ha sufrido una importante reducción, calculándose que un metro cúbico resulta hoy cuatro veces más barato que en 1965.
En Murcia, el importante déficit hídrico existente y la continua evolución experimentada en estos procesos, cuyos costes han ido descendiendo progresivamente, ha motivado que sea especialmente importante el capítulo de la desalación. La primera iniciativa fue la puesta en marcha de la planta desalinizadora de la comunidad de regantes ‘Virgen del Milagro’ de Mazarrón.
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Los sucesivos períodos de sequía impulsaron la construcción de pequeñas plantas desaladoras en numerosos puntos de la región para usos agrícolas, sobre todo para cultivos intensivos de hortalizas y frutales, estando concentradas en la zona del Campo de Cartagena, Mazarrón y Águilas. A menudo se trata de pequeñas desaladoras que complementan las necesidades hídricas.
El aumento del consumo en la región de Murcia y, en general en la cuenca del Segura, ha proporcionado un considerable impulso a las desaladoras.
La primera gran planta desaladora de la cuenca del Segura destinada a producir agua para paliar el déficit de la Mancomunidad de Canales del Taibilla fue la desaladora del canal de Alicante, puesta en marcha en el año 2003. Con una capacidad de desalación de 18 Hm3, estaba llamada a paliar el déficit de esta institución, encargada de abastecer con sus aguas a una población de entre 2.300.000 y tres millones de habitantes –en función de que se trate o no de fechas estivales.
La desaladora de San Pedro del Pinatar I –también conocida como desaladora del Canal de Cartagena– ha venido a incrementar de forma notable, en el año 2005, los volúmenes disponibles de agua para el consumo en la región.
Con una producción de 65 millones de litros diarios –o, lo que es lo mismo, 24 Hm3 anuales–, constituye una de las mayores desaladoras europeas destinadas al consumo humano. Los caudales que aporta son consumidos en los municipios de San Pedro del Pinatar, San Javier, Los Alcázares, Torre-Pacheco, Cartagena y la Unión.
A estas dos desalinizadoras se les unirán en el año 2007 sus correspondientes ampliaciones –San Pedro del Pinatar II y Alicante II, con una capacidad anual 24 Hm3 cada una. También en esas mismas fechas está prevista la incorporación de la desaladora de Valdelentisco, en Mazarrón, con 57 Hm3 anuales, lo que propiciará que, desde finales de ese año, se incorpore a la cuenca del Segura un volumen anual de 116 Hm3 de agua desalada. Con este volumen se pretende garantizar el abastecimiento del sureste español a medio plazo.
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Vertiendo agua desalada en el embalse de la desaladora de Águilas |
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Plano de situación de la desaladora del nuevo canal de Cartagena (San Pedro del PinatarI) |
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