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Cap.nº11: Los trasvases en la región
Una historia centenaria



 
Sifón de Orihuela, de 5’5 kilómetros. Tras el acueducto de La Matanza, el trasvase se convierte en túnel en Orihuela y desemboca en un sifón para salvar la depresión del Segura.
Canal del trasvase Tajo-Segura desde el monumento al mismo en La Roda, Albacete

El trasvase Tajo-Segura propuesto por el plan de Lorenzo Pardo era llevar agua a la zona comprendida entre Villajoyosa y Cuevas de Almanzora. En él se incluía, aunque sólo de forma complementaria, la utilización de aguas del Ebro, pero exclusivamente destinados a las áreas levantinas más cercanas a él:
[el trasvase], “que en principio parece largo, puede tener un trazado sencillo vertiendo las aguas al Júcar y hacerlas salvar después la distancia que media entre el lugar que el Júcar se desvía para dirigirse a Cofrentes y la Cuenca del Mundo, para transformar en vulgar y económica realidad lo que parecía un milagro”.

En una asamblea celebrada en 1933 en Alicante, el ministro Indalecio Prieto, que calificó el trasvase de ‘obra redentora’, aludía así a la necesidad de esta iniciativa:
“...obra que no es de favoritismo, ni local, ni regional, sino una obra genuina, honda, netamente española.
Para estas obras es preciso conquistar la voluntad de todos, ganar el espíritu de todos, lograr la convicción de todos, porque este género de empresas no pueden constituir una bandera política, una oriflama política, un gallardete político...”.

Los cálculos proponían un total de 750 Hm3 de aguas trasvasadas por año, quedando en torno a 790 Hm3 para uso continuo del Tajo y sobrando 4.900 Hm3 para embalse y flujo del río. Se preveía que con su puesta en funcionamiento se podría dotar a Murcia y Alicante con 750 Hm3. Unas cantidades que serían suficientes, en palabras del ministro, para “el engrandecimiento de Castellón, la mayor riqueza de Valencia, el acrecentamiento del poderío agrícola de Alicante, el progreso del vasto jardín de Murcia y la redención de Almería”.
De esta manera, se pretendía transformar 338.000 Has. de tierras de secano en regadío, 238.000 de las cuales corresponderían a la Cuenca del Segura.

Indalecio Prieto aludía a la complejidad de unas obras que habrían de durar años
‘...para la cual se necesita la asistencia de quienes hoy gobiernan, de quienes están en la oposición, de quienes sirven al régimen republicano, y, oídlo bien, de quienes están en contra de él...”.
Y no le faltaba visión de futuro, pues para hacerse realidad, el trasvase habría de esperar aun casi medio siglo, y atravesar por tres regímenes distintos –la República, el Franquismo y la Monarquía democrática.



Cultivo de Melón en el Campo de Cartagena junto al trasvase

La guerra civil y la dureza de los primeros años del franquismo, aparcaron durante años la idea de los trasvases, pero éstas ya habían prendido con el minucioso estudio de Manuel Lorenzo Pardo, y en los años 60 distintos estudios técnicos y propuestas desde diversos sectores económicos y sociales lo ponen de nuevo sobre el tapete.
Haciéndose eco de estas iniciativas y propuestas, el Ministerio de Obras Públicas encargó en 1967 el Anteproyecto del Aprovechamiento conjunto Tajo-Segura, que fue aprobado un año después, ordenándose el inicio de las obras.

En el verano de 1969 prácticamente se encontraban en marcha todas las obras del trasvase. Paralelamente, se realizó desde las Cortes una carrera legislativa que intentaba determinar con precisión el volumen y el destino de las aguas procedentes del Tajo. En este sentido, se determina la distribución de los volúmenes excedentarios del Tajo, se precisa las zonas concretas de aplicación de las aguas a regadíos, se aprueba la Ley de Aprovechamiento Conjunto Tajo-Segura, que establece los caudales máximos trasvasables en 600 Hms3. anuales para una primera fase, con la posibilidad de ampliar hasta 1000 en una segunda.

La conclusión de las obras no llegaría hasta una década más tarde. Por el camino habían quedado superados multitud de problemas –técnicos, políticos y sociales–, entre ellos el túnel del Talave, cuya extremada dificultad estuvo a punto de acabar con todo el proyecto. Fue el último escollo físico que hubo de superar el Trasvase.
El trasvase tiene su punto de origen en los hiperembalses de Entrepeñas (situado en el río Tajo) y Buendía (en el Guadiela, afluente del Tajo), encargados de la regulación del Alto Tajo y del aprovechamiento conjunto Tajo-Segura. Ambos embalses, poseen una capacidad de almacenamiento enorme –800 y 1600 Hm3 respectivamente–. Están unidos por un túnel cuya finalidad es regular el Tajo.

El embalse de Bolarque, en la provincia de Guadalajara, es el punto de encuentro entre el Tajo y el Guadiela, y el verdadero inicio del trasvase Tajo-Segura. Desde aquí se eleva el agua a 245 metros, en un tramo de un kilómetro, conduciéndolas hasta el embalse regulador de la Bujeda.

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En sus 92’5 kilómetros siguientes, el acueducto consiste en una canalización a cielo abierto –al menos en 70 de estos kilómetros– en el que las aguas circulan por gravedad, salpicados por 11 acueductos y 13 túneles que suman un total de 23 kilómetros. El siguiente jalón importante es el del embalse de Alarcón en el Júcar, pieza clave del trasvase Tajo-Segura a pesar de que, curiosamente, no estaba concebido en su inicio como embalse regulador de este acueducto. Sin embargo, por la orientación de esta presa, se consigue un ahorro de casi 40 kilómetros de canalizaciones y una garantía de seguridad, ya que, desde su emplazamiento privilegiado –a medio camino entre el punto de partida y el de llegada al río Mundo– permite afrontar averías que tengan lugar en los tramos anterior o posterior del trasvase.

Una vez fuera del embalse de Alarcón, las aguas recorren un total de 106 kilómetros, correspondientes a los canales de El Picazo y Fuensanta, alcanzándose al final de éste, en el kilómetro 255, el túnel del Talave, último escollo de las aguas para incorporarse a la cuenca del Segura. Una vez fuera, las aguas llegan al embalse del Talave, situado sobre el río Mundo, en la localidad de Liétor, en Albacete. Es el destino final de las aguas del Tajo, tras un recorrido de 292 kilómetros, antes de su incorporación a los correspondientes regadíos.

El postrasvase
Una vez incorporadas las aguas a la cuenca del Segura, albergadas por el embalse del Talave, se trata de distribuirlas entre las distintas zonas regables. Es el denominado Postrasvase, es decir las obras encaminadas al transporte, regulación y distribución del agua del trasvase dentro de la cuenca del Segura.
Se trata de un total de 275 kilómetros de los que 207 son de canales al aire libre, 50 de túneles y 17 de sifones y acueductos.
Las aguas son conducidas por el río Mundo hasta su confluencia con el Segura y continúan por ese río durante 70 kilómetros hasta llegar al azud de Ojós, pieza clave del trasvase, por cuanto en él se realiza la derivación y distribución de sus aguas.




Es en el embalse-azud principal de derivación de Ojós donde se realiza buena parte de la labor de recepción y distribución de las aguas del trasvase. Se trata de la mayor estación de Europa de bombeo exclusivo. Está excavada en la roca y es capaz de elevar 24 m3 por segundo a 150 metros de altura.
El embalse-azud de Ojós surte de aguas a los dos canales principales de distribución del trasvase:
El canal Principal de la margen izquierda, que conduce el agua por la Vega Media del Segura, llevando el líquido a Alicante y Campo de Cartagena merced a otras ramificaciones.
El canal Principal de la margen derecha se inicia tras haber sido elevadas las aguas 150 metros. El agua es conducida por él a Mula y al valle del Guadalentín. En Alhama se vuelve a elevar otros 116 metros, y continúa por Lorca hasta el valle del Almanzora, en Almería.

Boca de entrada al Túnel del Talave

El túnel del Talave, puede calificarse como la joya de la corona del trasvase por la tecnología que hubo de emplearse en él para superar los escollos físicos. Pero también constituyó un auténtico caballo de batalla por la polémica que suscitó su complicada construcción, hasta el punto de que estuvo a punto de paralizar definitivamente las obras del Trasvase.
Con una longitud de 32 kilómetros, estuvo considerado en su tiempo como el túnel más largo de Europa. Situado en una zona especialmente complicada en cuanto a orografía y composición del terreno, y con caudales de enorme importancia, su construcción fue ardua. El túnel del Talave está situado entre las cuencas del Tajo y Segura, atravesando la sierra de Hellín por la zona de menor espesor del sur de Castilla-La Mancha.

Su interior presenta un diámetro de 4’20 mts. en todo el recorrido, y su profundidad oscila entre 150 y 320 metros.
De la envergadura de las obras da idea el hecho de que fue preciso extraer 740.000 m3 de roca y tierra que fueron transportados por un buen número de trenes, vagonetas y cinta transportadora. Una dificultad añadida fue la mucha agua que fue preciso evacuar, a veces hasta alturas de más de 300 metros, por encontrarse cerca de acuíferos caudalosos.