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Cap.nº14: El abastecimiento de agua potable en la región







Embalse de Taibilla, único de la cuenca reservado integramente a abastecimiento

Diseñada en principio para dotar de agua potable a Cartagena y a su base naval, hoy se extiende por más de 11.000 km2 y abastece a 77 municipios españoles –43 murcianos, 32 alicantinos y 2 albacetenses– , con una población superior a los 2’3 millones de habitantes durante el año, que aumenta hasta los tres millones en época estival. De éstos, el 59% corresponden a Murcia, mientras que el 41% –la población de los municipios de Albacete se encuentra muy por debajo del 1%– restante pertenece a la provincia de Alicante.

Tras diversos proyectos para dotar de agua a los municipios murcianos y alicantinos más necesitados, especialmente Cartagena, cuya ciudad y base naval permanecían en una situación de absoluta indigencia hídrica, en 1927 se crea la Mancomunidad de Canales del Taibilla, cuya función sería llevar agua a los ayuntamientos mancomunados y a otros que, no teniendo posibilidad de abastecerse del preciado líquido, decidieran mancomunarse en el futuro.
Quince eran los municipios murcianos –además de los alicantinos de Orihuela y Elche– adscritos a la Mancomunidad en aquellos primeros momentos: Alhama, Bullas, Cartagena, Cehegín, Fuente Álamo, La Unión, Torres de Cotillas, Librilla, Lorca, Mazarrón, Moratalla, Mula, Murcia, Pliego y Totana.
En esa época, e incluso décadas después, eran raras las viviendas de los municipios de la región que contaban con agua corriente.

Los primeros intentos de obtener agua en condiciones y suficiente para los habitantes de las principales ciudades de esta región, tan necesitadas de este elemento, se remontan, como hemos visto, al siglo XVI. Durante siglos, reyes y ayuntamientos encomendaron a ingenieros y especialistas proyectos para intentar su captación incluso a muchos kilómetros de distancia, dando como resultado desde proyectos descabellados para la época –con el correspondiente fracaso estrepitoso– hasta errores de bulto en las apreciaciones del líquido disponible en la fuente de captación elegida.



Las salas se calentaban a través de un sistema de cavidades y conductos que permitían circular al aire caliente por todas la dependencias hasta salir por huecos practicados en las paredes que actuaban de chimeneas. En un horno situado bajo el suelo, el Praefurnium, se quemaba leña, consiguiendo calentar suelo, paredes y agua. Centro Arqueológico de los Baños, Alham

 



Cañerías de ánforas ensambladas por un sistema de macho-hembrado conducían las aguas sobrantes en la Cartagena romana.

Tras haber intentado traer agua de diversos ríos ubicados en las provincias de Granada, Almería y Albacete, en 1925 se impuso el criterio del ingeniero José E. Ribera, que proponía captar las aguas del Taibilla, un afluente del Segura, situado en su cabecera, al que se incorpora por su margen derecha tras haber recorrido un total de 60 kilómetros. Se trata de un río con un régimen de aportaciones muy regulares, lo que lo hacían idóneo para el cometido por el que se le había elegido.

Entre 1946 y 1950, los años, inmediatamente posteriores a la llegada de agua a Cartagena, sehabía incorporado a la mancomunidad un total de 23 nuevos municipios de la región con lo que el número de los integrados en la Mancomunidad de Canales del Taibilla asciende a 38, a los que hay que sumar otros 17 municipios alicantinos y dos pertenecientes a Albacete.





 

 

Tras Cartagena, el siguiente municipio en recibir agua potable por el canal del Taibilla fue Alhama, en 1950. En 1955, el agua del Taibilla había llegado ya a San Javier, San Pedro del Pinatar, Torre Pacheco, Totana, Lorca, Bullas y Mula. El acontecimiento posterior más importante se sitúa en 1956. Ese año entra en funcionamiento el ramal de Murcia, con lo que las aguas del Taibilla llegan a la capital, acabando así con una situación de penuria que se había arrastrado durante siglos.

Durante años, los recursos aportados por el río Taibilla a través de los canales de la Mancomunidad fueron suficientes para satisfacer la demanda de las poblaciones integradas en ella, pero la progresiva incorporación de ciudades provocaron que, a mediados de los años 60, sus disponibilidades hídricas estuviesen, por primera vez, por debajo de lo que se demandaba. Pero si algo ha caracterizado siempre a este organismo ha sido su previsión. Esta circunstancia ya se había contemplado en su planificación, y se resolvió con una instalación sobre el Segura, realizada entre las localidades de Ojós y Villanueva, que permitía inyectar agua en los canales del Taibilla procedente directamente del Segura.

Posteriormente serían los canales del Postrasvase Tajo-Segura los encargados de suministrar la cantidad de agua –en unos volúmenes cada vez mayores, pues la incorporación de municipios y el crecimiento de la población beneficiada ha sido progresiva y casi ininterrumpida– que faltaba para el abastecimiento de los municipios adscritos a la mancomunidad. Hoy son varios los municipios adscritos a la Mancomunidad que complementan con aguas propias los suministros de este organismo. Los más destacables son Murcia, que toma del río Segura en la Contraparada, así como Elche y Alicante, que toman agua procedente del acuífero de Villena.




Tuberías de plomo romanas y ánforas destinadas a la conducción de agua. Museo Arqueológico de Cartagena.

Las nuevas desaladoras de Alicante y San Pedro del Pinatar irán contribuyendo, con unas aportaciones que se prevé que vayan creciendo en un futuro inminente, a paliar las necesidades de abastecimiento de la población.
No resulta aventurado asegurar que, el agua suministrada, en los sesenta años que acaban de cumplir los canales del Taibilla, puso a la región en la órbita de las sociedades modernas en materia de abastecimiento de agua; ha evitado problemas sanitarios y ha sido la impulsora definitiva de la economía de esta zona del sureste –Murcia y buena parte de Alicante–, posibilitando, en buena medida, el importante desarrollo urbano e industrial generado en la zona.

Un modelo de abastecimiento romano: Cartagena
El abastecimiento de agua a las ciudades es uno de los grandes logros de la civilización romana. Demostrando unos conocimientos muy avanzados de ingeniería hidráulica, los romanos consiguieron aunar de forma modélica las distintas fases de la gestión del agua: captación, conducción hasta las poblaciones, distribución y evacuación dentro de ellas.
Como asegura el arqueólogo Alejandro Egea, distintos restos arqueológicos hacen pensar que, en torno al valle central de la ciudad de Cartagena, entre Molinete y Concepción, debió existir un incipiente sistema hidráulico que incluía un sistema de captación de aguas a través de pozos y cisternas, así como un sistema de evacuación a través de desagües y cloacas, todo ello realizado a semejanza de la civilización madre: Carthago.

La llegada de los romanos propiciaría que, a partir de comienzos de nuestra era, la ciudad se hiciese más monumental, acometiéndose importantes obras hidráulicas. Se disponen cloacas bajo las calzadas y surgen también las grandes cisternas. Ya entonces, hace veinte siglos, el agua llegaba a todas las casas, distribuida por medio de tuberías –fistulae–de plomo, y cada vivienda poseía un desagüe, cuyo cometido era conducir las aguas residuales a grandes cloacas.