De los albollones a la depuración: la evolución de las aguas residuales
Sin una red de alcantarillado por donde eliminar los residuos líquidos, los habitantes de la región se deshicieron de ellos, durante siglos, a través de las acequias y azarbes o bien vertiéndolos directamente al río.
En la región, los romanos ya habían empleado un sistema de cloacas en Carthago Nova. Más tarde, los árabes acometieron esta tarea con los albollones (depósitos de aguas residuales).
En la Edad Media está documentada la existencia de numerosos albollones en Murcia, que desembocaban en un pozo ciego, o bien que iban a parar desde la ciudad hasta el río por medio de canalizaciones que se ramificaban hacia colectores generales desde cada vivienda. Esta circunstancia provocó más de un problema en Murcia por la posibilidad de contaminación del agua que se consumía.
Pero también por el lado inverso, ya que, en caso de lluvias intensas, se convertía en un canal de entrada de aguas a la ciudad. De ahí que a finales del siglo XV se recomendara para su construcción ...que thenga pendiente por ençima tierra para yr al valle e que lo hará tan baxo que no tenga mas corriente de la que oviere menester e que tendrá el dicho albellón con su çerradura de tal manera que aunque el dicho rio cresca que no entre el agua del rio por el en la cibdad...
La estructura de estos primitivos albollones era muy simple: se trataba de un agujero de aproximadamente medio metro que debía estar cubierto con ladrillo o con algún otro material que disimulara su existencia.
La población era aún escasa, y también la actividad industrial, por lo que sus efectos en los cauces de agua no fueron demasiado importantes durante siglos. Aún así, desde la Edad Media, los distintos concejos de los municipios regionales expresaron ya su preocupación por los vertidos indiscriminados que se realizaban sobre el Segura y sus afluentes, así como sobre las acequias, redactando diversas leyes para intentar impedir que las industrias arrojasen impunemente sus desperdicios. Incluso llegó a prohibirse realizar operaciones de lavado en algunas acequias de la región para mantener sus aguas libres de impurezas. El historiador Juan González.
Castaño recoge una disposición dictada en 1523 por el concejo de Mula en la que se prohíbe labrar sobre la acequia mayor de aquel término, porque la tierra cae en ella y la obstruye. Asimismo, se dispone que las balsas de cocer lino no sean vertidas en los brazales de las acequias, sino en los propios bancales de los propietarios.
A finales del siglo XIX y principios del XX se comienza a acometer esta tarea en la región con diversos intentos que no culminarían de un modo general hasta más allá de la mitad del siglo XX.
La depuración de las aguas residuales constituye un tema especialmente relevante en la región, pues dadas las escasas aportaciones pluviales es necesario reutilizar las aguas sobrantes para la agricultura, jardinería, limpieza de calles y otras actividades. Otro factor agravante lo constituye el escaso caudal de ríos como el Segura o el Guadalentín, que impiden que se puedan diluir los vertidos urbanos o industriales, por lo que cualquier incorporación de residuos a sus aguas ha resultado, históricamente, especialmente nocivo.
En 1964 surge el Plan Nacional de Abastecimiento y Saneamiento, que supone un intento de dotar de saneamiento y depuración a todas las poblaciones españolas. En los años 70 aparecen ya instalaciones de depuración en distintos puntos de la región: Beniaján, Calasparra, Molina de Segura, Lorca... |