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Cap.2: Nuestros tatarabuelos y el agua


Orígenes de la lucha por el dominio del agua en Murcia (pag.3)

Los musulmanes recogieron la tradición hidráulica romana y realizaron acueductos, qanats, cisternas, albercas y acequias que llevaban la impronta de aquella civilización.

A imitación de Roma los árabes situaron sus grandes cisternas en las afueras de las ciudades, conduciendo el agua, como habían hecho los romanos ocho siglos antes, por acueductos y canalizaciones a casas particulares, baños y jardines. Pero fueron un paso más allá: conferirían a las huertas de las vegas del Segura la fisonomía con la que serían conocidas durante siglos.

En su época es cuando nace esa peculiar y profunda relación entre los núcleos de población y sus huertas. Fueron los árabes quienes construyeron un gran azud sobre el Segura, estableciendo toda una red de acequias y sistema de elevación de aguas, para llevar el riego a unos terrenos que nunca hasta entonces habían gozado del líquido elemento de manera permanente.

Tras la reconquista cristiana, a mediados del siglo XIII, Alfonso X procedió a una repoblación de la huerta y las ciudades, iniciando una serie de repartimientos de tierras, a imitación de lo que se había realizado en otras poblaciones conquistadas a los árabes en la Edad Media.
En Murcia se efectuó hasta un total de cinco repartos de territorios –heredamientos– para colonos y repobladores.
Con ellos alcanzaría la huerta la peculiar fisonomía con la que sería conocida durante mucho tiempo.

Cantimplora del siglo XIII. Museo de Las Claras

El ánfora era el envase comercial romano por excelencia. Veinte siglos antes de que los productos regionales agrícolas se distribuyesen por los mercados exteriores. Con ellas se transportaban, desde el puerto de Cartagena, productos de nuestra región como uvas en conserva, higos, etc. Museo Arqueológico de Cartagena.

 

El derecho y las prácticas musulmanas serían respetados en todo lo relacionado con los regadíos, hasta el punto de que toda la legislación que se fue produciendo desde entonces posee claros precedentes árabes.

Sin embargo, con la reconquista cristiana, el sistema de riego sufrió un severo retroceso. El menor dominio de las técnicas de riego, y la despoblación subsiguiente a la marcha de los mudéjares, hace que muchos territorios de la huerta se abandonen, y no será hasta dos siglos después cuando el riego alcance en la región el nivel de técnica y el esplendor que había tenido con los árabes. A partir de entonces, se produce en nuestra región un crecimiento continuo de población y unas mejoras desde el punto de vista del riego que ya no se detendrían.

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