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Cap.2: Nuestros tatarabuelos y el agua |
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Orígenes de la lucha por el dominio del agua en Murcia (pag.2)
constituiría una de las mejores y más eficaces formas de aprovechar el agua de lluvia.
El valle del Guadalentín será una de las zonas más favorecidas en esta época con sistemas de regadío. En el Rincón de Almendricos se ha detectado un sistema de conducción de aguas que dirigía éstas desde un pozo al poblado y a los campos de cultivo cercanos. Evidencias de esta actividad agrícola son también hallazgos de muelas de molino y restos de herramientas para la agricultura, como dientes de hoces.
A los iberos se les conoce como habitantes de los ríos. Sus santuarios están muy ligados a la existencia de los cauces de agua. Es posible que fueran ellos quienes desecaron zonas pantanosas del Segura para la creación de la huerta de Murcia, en el siglo III a. de C.
Las explotaciones agrícolas cartaginesas (villae del ager cartaginensis) se expanden por toda Murcia ya en el siglo II a. de C. Los Torrejones, de Yecla, constituyen un ejemplo de esto.
El regadío y Roma
Ochocientos años antes de que lo hicieran los árabes, los romanos ya habían distribuido el suelo de la región por medio de la llamada Centuratio o centuración. Ésta consistía en la parcelación y distribución de las colonias romanas entre sus pobladores para ponerlas en cultivo.
Los romanos efectuaron labores de saneamiento de la huerta de Murcia, desecando diversas marismas para poder asentarse en ellas.
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Interpretación del sistema de abastecimiento de agua de Cartagena romana (basado en las referencias de Elena Ruiz Valderas, Alejandro Egea y M. Martínez Andreu). |
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La conquista romana fue la auténtica impulsora de la agricultora en la región. Los gobernantes y las legiones romanas propiciaron obras públicas con resultados muy eficaces en este terreno. La vida agrícola cobró en su tiempo una especial importancia en la región, sobre todo en la comarcas más próximas al Segura.
Se han detectado regadíos de origen romano en diversas ramblas de la región, en las que existen conducciones, presas, canales y acueductos –algunos de considerable extensión– que indican una clara procedencia romana. Morales Gil1 cita varios regadíos romanos de especial relevancia: El Prado, en Jumilla utilizaba un caudal de 40 l./seg. procedente de una fuente al norte de la actual población. Este agua era conducida por un acueducto de cuatro kilómetros de longitud, distribuyéndola entre las casas a través de una red de canales. El regadío pudo estar integrado hasta por 4000 Ha. de cereales, viñedo y olivar.
Entre Jumilla y Abarán, en la rambla del Moro, existía un canal de derivación de más de un km. para derivar las aguas de lluvia hasta un estanque cuyas aguas se utilizaban también para el riego. Otro sistema de aprovechamiento pluvial de origen romano estuvo enclavado en la rambla del Garruchal.
Aparte de estos grandes sistemas de regadío, son numerosos los restos y testigos que han quedado en la región de la impronta romana en obras de ingeniería para el consumo y para el riego.
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La cantimplora servía ya para aplacar la sed de los habitantes de la región desde época romana. Esta funda de esparto encontrada en Cartagena protegía una cantimplora romana y probablemente contribuía a refrescar el líquido. El agujero central ha hecho que se dieran varias hipótesis sobre su utilización. Al lado, una interpretación de su uso. Museo Arqueológico de Cartagena. |
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En un recorrido exhaustivo por los hallazgos romanos relacionados con el agua encontrados en localidades de la región, el prehistoriador Alejandro Egea2, concluye que –al margen de las termas, sin duda los elementos hidráulicos más extendidos– son los acueductos las construcciones que más abundan en Murcia.
Localidades como Monteagudo, Mazarrón, Lorquí o Jumilla y, por supuesto, Cartagena, poseían alguno.
Igualmente, resultan abundantes en la región los casos de balsas o estanques asociados en determinadas excavaciones romanas. Abanilla, Jumilla, Cieza, Lorca, Murcia, Cartagena, etc. son algunas de las localidades en la que se ha descubierto este tipo de sistema utilizado para el riego, que Paladio había descrito como el ideal para establecer una explotación agraria3.
Los árabes
Aun no siendo los iniciadores del sistema de regadío en la región, sí fueron ellos lo que a partir de su asentamiento en la zona auspiciaron, ya en el siglo IX una etapa de especial florecimiento agrícola, perfeccionando y extendiendo el regadío hasta perímetros nunca igualados hasta entonces.
Este hecho es constatable mediante el estudio de los nombres de las acequias de los principales centros urbanos: los más cercanos a los núcleos –los más antiguos– poseen nombres anteriores a los árabes, mientras que los más alejados –más recientes– son denominados ya con nombres árabes4.
2 Véase Alejandro Egea Vivancos, ‘El control y uso del agua en época romana en el ager Carthaginensis (Región de Murcia)’, en Revista ArqueoMurcia Nº 1, noviembre 2003.
3 En un famoso tratado agrícola, Paladio recogió a finales de la Antigüedad las costumbres latinas en materia agrícola, afirmando que en cada explotación agrícola debería haber, próxima a la casa de labor, dos estanques excavados en el suelo o vaciados en piedra que fuesen fáciles de llenar con agua de fuente o de lluvia. Uno debería estar destinado al abastecimiento del ganado y otro para diversos tipos de industrias –cueros, varas…– Ibid.
4 Poklington ha sido quien ha estudiado mejor la toponimia de las acequias murcianas y lorquinas, y sus conclusiones al respecto son muy ilustrativas respecto al tema. Véase R. Poklington, ‘Estudios toponímicos en los orígenes de Murcia’, Academia Alfonso X el Sabio, Murcia, 1989. |
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